Indignación decimos, porque fueron alevosamente asesinadas a garrotazos junto a su chofer Rufino de la Cruz cuando retornaban de visitar a sus esposos presos en la cárcel de Puerto Plata.
En el trayecto a su hogar de Ojo de Agua, Salcedo, hoy provincia Hermanas Mirabal en su honor, fueron interceptadas por un equipo de sicarios monstruosos al servicio del tirano Trujillo, detenidas, introducidas en un cañaveral y asesinadas a palos.
Luego sus cadáveres fueron subidas al vehículo en que viajaban y lanzado por un abismo en la carretera de Puerto Plata-Tamboril en el lugar denominado La Cumbre, para hacer creer que se trataba de un accidente de tránsito, como divulgó la prensa al servicio del dictador y el telegrama que le remitieron a la familia.
Los autores materiales de ese desgraciado episodio fueron Ciriaco de la Rosa, Alfonso Cruz Valerio, Ramón Emilio Rojas, Emilio Estrada Malleta y Luis Pérez Terrero, quien conducía el vehículo en que se movilizaron.
Naturalmente, nadie creyó la cruel mentira del supuesto accidente de tránsito porque era un secreto a voces que las hermanas Mirabal, junto a sus respectivos esposos, habían organizado el movimiento clandestino Catorce de Junio para luchar por la libertad del pueblo dominicano.
En enero de l960 los organizadores de ese movimiento, Manuel Tavares Justo, Leandro Guzmán, Pedro González fueron apresados junto a cientos de jóvenes en todo el país y encerrados en la cárcel de La Victoria y en otros centros de tortura.
Sin embargo, Tavares Justo, Guzmán y González fueron trasladados a Puerto Plata, precisamente para facilitar el asesinato de sus respectivas esposas, las hermanas Mirabal porque eran mujeres sin dobleces, de gran valor, decisión, vergüenza y dignidad, y dispuestas a ofrendar sus vidas por la causa de la libertad, como finalmente ocurrió.
Patria, Minerva y María Teresa Mirabal eran mujeres de un espíritu indomable, de una extraordinaria sensibilidad humana, que las llevaba a querer transformaciones políticas, sociales y económicas para su pueblo.
Por eso lucharon y ofrendaron sus vidas, y hoy son heroínas nacionales, a quienes el pueblo exalta y le ofrenda su eterna gratitud.
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